XIX
La insolencia en la prosperidad y en la adversidad el abatimiento, consecuencias son de la educación y las costumbres. Si la educación carece de energía, falto de energía como ella será el hombre. Muy distinto carácter le dará la educación opuesta: enseñándole a conocer mejor el mundo, le enseñará también a mostrar menos alborozo en el triunfo y menos decaimiento en la desgracia
XX
No hay ninguna deshonra en quebrantar las promesas arrancadas por la fuerza. Los compromisos relativos al interés público pueden ser violados sin deshonrarse, cuantas veces deje de subsistir la fuerza que haya obligado a contraerlos
XXI
Para ser obedecido, hay que saber mandar. Solamente lo saben aquellos que, después de comparar sus fuerzas con las de sus inferiores, mandan cuando las encuentran convenientemente proporcionadas, y se abstienen de hacerlo en caso contrario. Para conservar el poder por vías de rigor en un Estado, decía un sabio, menester es que la fuerza que reprime guarde relación con la reprimida. Si la proporción existe, podrá la autoridad violenta mantenerse; pero cada día puede temerse su derrumbamiento, si el oprimido tiene más fuerza real que el opresor
XXII
Si priváis al hombre de una cosa útil, nunca lo olvida: a cada necesidad que siente, la recuerda, y como las necesidades renacen todos los días, así también se renueva su resentimiento
XXIII
Captarse odios, sin esperanza de sacar de ellos ventaja alguna, es dejarse guiar sólo por la temeridad y la imprudencia
XXIV
Si los que han nacido en Italia o en Grecia no se han vuelto ultramontanos en Italia o turcos en Grecia, tendrán razón en censurar lo presente y alabar lo pasado. Los siglos de la antigüedad les dan motivos de admiración; y en el que viven nada les ofrece que los indemnice de su extremada miseria y de la infamia de una edad en que no ven ni religión, ni leyes ni disciplina militar y en que reina toda clase de vicios: vicios tanto más execrables cuanto que aparecen en quienes ocupan los tribunales, en quienes tienen en su mano la autoridad y quieren ser adorados
XXV
Hay dos maneras de combatir: una con las leyes; con la fuerza, la otra. Peculiar del hombre es la primera; la segunda nos es común con los animales
XXVI
Preferible es pecar por impetuosidad que por comedimiento, porque la Fortuna pertenece a un sexo que a veces hay que tratar con audacia y brusquedad para dominarlo. Favorece especialmente a los jóvenes, porque es mujer y porque éstos se muestran con ella menos respetuosos, más emprendedores, más imperativos
XXVII
Los hombres prudentes saben dar siempre mérito a aquello que la necesidad les obliga a hacer
XXVIII
Cuando los hombres resuelven acerca de la preferencia que ha de darse a lo presente o a lo pasado, se equivocan, porque no tienen igual conocimiento de uno que de otro. El juicio que emiten los ancianos respecto a lo que vieron en su juventud, parece que habría de librarse de ese error; y así fuera, si en todas las épocas de la vida conservasen los hombres la misma intensidad de cerebro y de juicio y si abrigaran las mismas pasiones. Pero los hombres varían, y aunque los tiempos en realidad no cambian, no pueden parecer iguales a gente que tiene otras pasiones, otras aficiones y distinta manera de verUna versión digital de la obra aquí
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