Literatura y filosofía

Prólogo de Viaje al oeste (Parte 11 de 12)

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Introducción (8/9) (Por Enrique P. Gatón e Imelda Huang)

Algunos de esos temas encuentran, igualmente, eco en el Yung - le Da - dien, recopilación de textos literarios realizada entre los años 1403 y 1408 por orden del emperador Chang - Tse, que recoge, por el propio carácter de ese tipo de obras, materiales de una antigüedad superior a un siglo. Aunque sólo se conservan de ella unos cuantos fragmentos, los casi mil doscientos caracteres que hacen alusión al «viaje al Oeste» muestran un sorprendente parecido con el contenido de los capítulos ix y x de la obra definitiva. En ésos se narra, en efecto, la triste suerte seguida por los padres de Hsüan-Tsang y la salvación de éste en las aguas de un río; la discusión sobre las ventajas que encierran sus diferentes modos de vida entre un pescador llamado Cheng - Shao y un pescador que responde al nombre Li-Ting; la desobediencia del Rey Dragón y su posterior condena; la ejecución de la misma por parte del primer ministro Wei - Chang (580 - 643), cuando  inesperadamente se abandona al sueño en medio de una partida de ajedrez con el emperador Tang Tai-Chung; la pérdida de credibilidad de este último y su descenso a los infiernos.

Aunque los fragmentos llegados hasta nosotros resultan insuficientes para juzgar la influencia de este antecedente en la obra final, encierra un alto interés el hecho de que se encuentren agrupados en torno al nombre Hsi - You Chi. Eso hace pensar en la
existencia de una obra del mismo título y contenido similar al de la novela que hoy conocemos, que circuló con notable éxito por los círculos de influencia cultural china. A pesar de que, desgraciadamente, ese supuesto texto se ha perdido, tenemos referencias de su existencia en una versión popular de novelas chinas de los siglos xiv y xv, que se conserva en la universidad de Seúl y que responde al título de Pu - tung Shr Yüan - chie.

En ella se incluyen clarísimas alusiones a los capítulos XLIV, XLV y XLVI de la novela definitiva, así como descripciones de los muchos demonios a los que debe hacer frente el maestro, incluido el propio Ba-Chie. Es más, el relato coreano menciona el gran éxito
obtenido por ese perdido Hsi - You Chi, ya que los lectores se pegaban por hacerse con las entregas que componían la obra completa. 

No podía ser de otra forma, pues, como ya hemos mencionado anteriormente, existían versiones teatrales paralelas, que avivaban, si no creaban, los deseos de lectura de la novela. Se conservan seis obras escritas para la escena que guardan alguna relación con
Viaje al Oeste. Todas ellas son, sin embargo, fragmentarias y de dudosa procedencia, si exceptuamos un guión de veinticuatro actos, perteneciente al género «tsa - chü», que lleva el mismo título que el libro. Conservado durante siglos en un monasterio de Japón,
volvió a ver la luz en 1927, siendo atribuido en un principio a Wu Cheng - Ling, de la dinastía Yüan (1280 - 1368), y posteriormente a Yang Ching - Hsien.

Lo importante para nuestro propósito es que la obra teatral contiene ya los personajes y temas más importantes de la versión novelística, centrándose particularmente en la trágica muerte de los padres de Hsüan-Tsang y su posterior venganza, el encargo imperial de ir en busca de las escrituras, la entrega al maestro del caballo - dragón, la
protección prestada por diferentes deidades, el caos al que somete el mono a los cielos y su posterior conversión gracias a la intervención directa de Kwang Shr - Ing, el hambre insaciable de Ba-Chie, su ingenuidad y su irresponsable modo de actuar.

A medida que nos adentramos en el siglo xvi, se aprecia una progresiva fijación de los temas y personajes, aunque varíe significativamente la extensión de las diferentes versiones y no exista unanimidad sobre su fecha de publicación o su posible
independencia. Cabe mencionar, a este respecto, el San - Tsang Chu - shen Chüan - chuan (o Biografía completa de San - Tsang), novela atribuida a Yang Chi - He y publicada posiblemente a finales de siglo en Fijian. Forma parte del grupo de narraciones conocidos como «Sz - You Chi» (Los cuatro viajes), compuesto por el Dung - You Chi (Viaje al Este), Nan - You Chi (Viaje al Sur) y Bei - You Chi (Viaje al Norte). Todasestas obras tienen en común el número de capítulos y el carácter mitológico de su trama, ya que describen el viaje de cuatro figuras legendarias a otros tantos puntos del espacio.

Otro texto a tener en cuenta es el Tang San - Tsang Hsi - yu Shr - ni Chuan» (Crónica de la liberación de Tripitaka Tang durante su Peregrinoación al Oeste), cuya compilación se atribuye Hou Ding - Chen. De una longitud similar al San - Tsang Chu - shen Chüan - chuan, presenta notables coincidencias con el capítulo ix de la versión monumental, en el que se narran las desgracias acaecidas a los progenitores del monje Peregrino y su posterior salvación.

De la importancia de tan triste suceso se hace eco también el Hsi - You Cheng - Tao Shu (Libro del viaje al Oeste, o de la Iluminación del Tao), recopilado por Huang Tai - Hung y Wang Hsiang - Hsü, aunque hoy se reconoce que su publicación fue posterior a la de la versión de cien capítulos. Con toda probabilidad ésta vio la luz en Nankín el año 1592, siendo su editor Shr De - Tang, su prologuista Chen Yüan - Chr, y su impresor Tang Kuang - Lu. Todos ellos reconocen, por razones obvias, las extraordinarias virtudes literarias de una obra que constituye el punto final de una tradición desarrollada entre los siglos vii y xv en una doble versión teatral y novelística. Ambas exaltaron, de una forma cada vez más alejada de la realidad, la gesta viajera de un monje imbuido de inquietudes investigadoras.

El caso no es único en la novelística china. Al contrario, la práctica totalidad de sus obras más significativas han pasado por un largo período de gestación oral que, con el transcurso del tiempo, ha ido tomando cuerpo de escritura en dos géneros literarios diferentes. Su influencia ha sido, por fuerza, mutua, ya que las representaciones, con sus recitados, sus cantos y sus danzas, constituían auténticos laboratorios, en los que se analizaban cuidadosamente las reacciones del público. Se mantenían e, incluso, se ampliaban las partes que mayor interés despertaban, en detrimento de las que hallaban un eco menor. La competencia entre las diferentes compañías era muy fuerte y eso hacía que se recibiera con los brazos abiertos cualquier nueva sugerencia. Las aportaciones de
los narradores y los dramaturgos se aceptaban con sorprendente rapidez como algo propio, ya que se desconocía el concepto de propiedad intelectual. Las tramas argumentales eran, por tanto, algo que estaba al alcance de la mano de cualquiera, como la luz del sol o el agua que caía de las nubes.

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