La idea de este especial es analizar su humor y sus letras, basándome en la lista oficial de espectáculos de su página
Cuando se comparta un video, siempre será desde su cuenta oficial de youtube https://www.youtube.com/lesluthiers
No
voy a ahondar en la complejidad musical, ya que no es mi fuerte, sino
en basarme en los guiones de los espectáculos para analizar los chistes
Me apoyaré en una página hecha por fanáticos, la cual es https://lesluthiers.org/ y enlazaré a los artículos de dicha página cuando sea necesario
Aunque no me basaré en ella, también esta página está muy completa http://www.leslu.com.ar/ por si la quieren visitar
Obra
El Zar y un puñado de aristócratas rusos huyen de la persecución de los revolucionarios en un precario trineo, desafiando el viento, la nieve y el acecho de los lobos
(fuga en Sí-Beria)
Texto de la obra aquí
(Desde el título alternativo ya empezamos con ocurrencias, al usar la nota "Si" para el nombre geográfico)
Marcos Mundstock:
Cuando le propusieron a Johann Sebastian Mastropiero que compusiera la música de una opereta sobre la huida de los aristócratas rusos en la revolución de 1917, Johann Sebastian pidió consejo a su venerado maestro, el profesor Wolfgang Gangwolf (En alemán, Wolfgang significa "el que camina con lobos", lo cual es muy curioso porque en esta obra también salen lobos. Además, se hace el juego de palabras de cambiar el orden en el apellido, quedando algo así como "el lobo que camina"). Éste le dijo: Muchacho, se han compuesto hermosas partituras para operetas; aún en un género menor como la opereta, se puede notar la calidad de un compositor, te aconsejo que rechaces el ofrecimiento. Más aún, no debes aceptar si es que todavía te queda un poco de amor propio (La gracia de esto, es que parece que en un principio su maestro le sugiere que lo intente, como dicen por ahí, que no hay pequeños papeles para buenos actores, algo similar esperábamos que le dijera; pero no, su maestro le dijo que no se atreva porque puede la gente notar lo malo que es para componer). Si es así, respondió Mastropiero, puedo aceptar perfectamente (No tengo amor propio, vamos a darle. Este remate es buenísimo por el sarcasmo que usa, esa acidez en la situación de muchas vidas en las que no les importa, de todos modos lo hacen). Por otra parte, el padre de Mastropiero, que se oponía a la carrera artística de Johann Sebastian, por la misma época le envió una carta en la que le decía: Hijo mío, te pido que abandones la música. Es posible que sean mis prejuicios los que me impiden ver, pero por desgracia no me impiden oír (Bien dicen que el amor de los padres los ciega para con sus hijos; pero lo bueno es que hay otros sentidos. Por más amor que le tengamos a los hijos, los consejos y la corrección siempre deben estar presentes. Quizá como adultos ya no nos hagan caso; pero el deber del padre no debe faltar). En este punto Johann Sebastian se vio obligado a optar entre su familia y la música y eligió la música, para desgracia de ambas (No porque dejara a su familia, sino porque todos lo van a escuchar, propios y extraños). Terminó de componer la opereta y para evitar más conflictos con su familia se dispuso a firmarla con un seudónimo: Johann Severo Mastropiano. Enterado el padre, le mandó otra carta en la que le decía: Hijo mío, si usas ese seudónimo todos sabrán, no sólo que soy el padre del compositor, sino también que soy el padre de un imbécil (Bueno, en este caso creo que lo menos peor sería ser padre de un imbécil; pero tiene razón el padre de Mastropiero, ¿cómo se le ocurre? Bueno, es Mastropiero). Johann Sebastian reconoció que esta vez su padre tenía razón y se cambió el seudónimo: firmó la opereta como Klaus Müller. Esto solucionó por fin el problema con su familia, pero le acarreó demandas penales de treinta y siete familias de apellido Müller (y me parecen pocas, es un apellido muy común, y una catástrofe estar relacionado con semejante personaje). A continuación escucharemos el cuadro primero del segundo acto de la opereta de Johann Sebastian Mastropiero titulada: “El Zar y un puñado de Aristócratas Rusos Huyen de la Persecución de los Revolucionarios en un Precario Trineo, Desafiando el Viento, la Nieve y el Acecho de los Lobos”. Resumen del argumento: Adiós, mi Estepa. (La gracia es que obviamente debió de quedar al revés, el nombre como resumen y el resumen como nombre)
Cuando le propusieron a Johann Sebastian Mastropiero que compusiera la música de una opereta sobre la huida de los aristócratas rusos en la revolución de 1917, Johann Sebastian pidió consejo a su venerado maestro, el profesor Wolfgang Gangwolf (En alemán, Wolfgang significa "el que camina con lobos", lo cual es muy curioso porque en esta obra también salen lobos. Además, se hace el juego de palabras de cambiar el orden en el apellido, quedando algo así como "el lobo que camina"). Éste le dijo: Muchacho, se han compuesto hermosas partituras para operetas; aún en un género menor como la opereta, se puede notar la calidad de un compositor, te aconsejo que rechaces el ofrecimiento. Más aún, no debes aceptar si es que todavía te queda un poco de amor propio (La gracia de esto, es que parece que en un principio su maestro le sugiere que lo intente, como dicen por ahí, que no hay pequeños papeles para buenos actores, algo similar esperábamos que le dijera; pero no, su maestro le dijo que no se atreva porque puede la gente notar lo malo que es para componer). Si es así, respondió Mastropiero, puedo aceptar perfectamente (No tengo amor propio, vamos a darle. Este remate es buenísimo por el sarcasmo que usa, esa acidez en la situación de muchas vidas en las que no les importa, de todos modos lo hacen). Por otra parte, el padre de Mastropiero, que se oponía a la carrera artística de Johann Sebastian, por la misma época le envió una carta en la que le decía: Hijo mío, te pido que abandones la música. Es posible que sean mis prejuicios los que me impiden ver, pero por desgracia no me impiden oír (Bien dicen que el amor de los padres los ciega para con sus hijos; pero lo bueno es que hay otros sentidos. Por más amor que le tengamos a los hijos, los consejos y la corrección siempre deben estar presentes. Quizá como adultos ya no nos hagan caso; pero el deber del padre no debe faltar). En este punto Johann Sebastian se vio obligado a optar entre su familia y la música y eligió la música, para desgracia de ambas (No porque dejara a su familia, sino porque todos lo van a escuchar, propios y extraños). Terminó de componer la opereta y para evitar más conflictos con su familia se dispuso a firmarla con un seudónimo: Johann Severo Mastropiano. Enterado el padre, le mandó otra carta en la que le decía: Hijo mío, si usas ese seudónimo todos sabrán, no sólo que soy el padre del compositor, sino también que soy el padre de un imbécil (Bueno, en este caso creo que lo menos peor sería ser padre de un imbécil; pero tiene razón el padre de Mastropiero, ¿cómo se le ocurre? Bueno, es Mastropiero). Johann Sebastian reconoció que esta vez su padre tenía razón y se cambió el seudónimo: firmó la opereta como Klaus Müller. Esto solucionó por fin el problema con su familia, pero le acarreó demandas penales de treinta y siete familias de apellido Müller (y me parecen pocas, es un apellido muy común, y una catástrofe estar relacionado con semejante personaje). A continuación escucharemos el cuadro primero del segundo acto de la opereta de Johann Sebastian Mastropiero titulada: “El Zar y un puñado de Aristócratas Rusos Huyen de la Persecución de los Revolucionarios en un Precario Trineo, Desafiando el Viento, la Nieve y el Acecho de los Lobos”. Resumen del argumento: Adiós, mi Estepa. (La gracia es que obviamente debió de quedar al revés, el nombre como resumen y el resumen como nombre)
Marcos Mundstock:
Ay, ay, ay, Rusia Imperial
Ay, ay, ay, Rusia Imperial
Coro: ¡No! ¡Ya no hay! No hay, no hay, no hay…
Daniel Rabinovich: ¡Ay, ay, ay!
Coro: ...no hay Rusia Imperial, no... hay… (Aquí el regaño a Daniel es porque él cantaba la onomatopeya de dolor, pero se confunde con el verbo haber, y pues, no hay Rusia Imperial y él diciendo que sí hay, pues no hay)
Daniel Rabinovich: ¡Rusia! (Aclarando qué es lo que no hay)
Coro: ¡Shhhhh!
Daniel Rabinovich: ¡Imperial! (Aclarando qué tipo de Rusia no hay)
Coro: ¡¡¡Basta!!!
Daniel Rabinovich: Está bien…
Marcos Mundstock: No aceptaremos a los rojos ni su plan…
Coro: …proletario.
Marcos Mundstock: Son insolentes, y lo peor es que son tan…
Coro: …ordinarios. (Rima con proletario)
Daniel Rabinovich: Ay, qué cruel, malvado espécimen…
Coro: …soviético,
Ernesto Acher: …que ha cambiado nuestro régimen…
Coro: …dietético. (Régimen de gobierno pensábamos; pero también el dietético, ya que se suele caracterizar este tipo de gobierno con hambrunas. Además, esta palabra rima con soviético)
Marcos Mundstock: Con esos métodos, apátridas y anárquicos…
Coro: …que ostentan,
Marcos Mundstock: …si nos descubren los antimonárquicos…
Coro: … ¡nos revientan! (Rima con ostentan)
Marcos Mundstock: Adiós, mi Estepa.
Ernesto Acher: Adiós, adiós.
(Todos se despiden de la Estepa mirando hacia ella, excepto Ernesto que mira en dirección contraria hasta que Marcos le corrige señalando en la dirección correcta)
Marcos Mundstock: No, no, no, no, la Estepa.
Marcos Mundstock: Estepa, vino el comunismo.
Daniel Rabinovich: Estepa-ís ya no es lo mismo. (La gracia con la que empiezan el verso con casi la misma palabra, hasta parece una rima inicial y un excelente juego de las sílabas para formar dos palabras en una sola expresión. Me pregunto, así como la emisión de sonidos en una sola emisión de voz, emitir dos palabras diferentes unidas por la unión sonora entre ellas, ¿tendrá algún nombre?)
Ernesto Acher: Ay, que frío que hace…
Daniel Rabinovich: Cuando yo era pequeño, en esta región el frío era mucho peor. (Nunca falta el que dice que en sus épocas eran mejores o peores las cosas)
Ernesto Acher:¿Estará cambiando el clima?
Daniel Rabinovich: No, yo tenía los pantalones cortos. (Bueno, eso explica que el frío se sintiera peor)
Marcos Mundstock: ¡En dos semanas que llevamos huyendo de los bolcheviques no ha dejado de nevar, el viento helado sopla a cien millas por hora y la temperatura es de cuarenta grados bajo cero!
Jorge Maronna: ¡Sí, sí, y no sabe lo que es esto en invierno! (Parece chiste pero fue anécdota, y digo que fue, porque con el calentamiento global ya no hay fríos así)
(Mientras se oye la música Daniel hace el gesto de arrear a los animales que tiran del trineo mientras a la vez se oye el sonido del látigo realizado por Carlos López Puccio hasta que se descompasan y Daniel mira hacia atrás extrañado)
Daniel Rabinovich: ¡Soooooooooo!
(Daniel frena el tiro de repente provocando que se le vengan encima el resto de los componentes)
Daniel Rabinovich: ¡Oro, Zaíno, Alazán! ¡Micifuz! (Calmando a los caballos, y al gato que seguro alguien pensó que era imposible dejar abandonado)
(Daniel se baja del trineo y ayuda a bajar a los demás)
Daniel Rabinovich: Cuidado el trineo, duque Topolev (No me lo van a crecer; pero el juego de palabras que haría alusión a un topo en ruso, existe con una variante, es Túpolev), cuidado la nieve, marqués Pipiushin (Este apellido, que hace alusión al disparo o a la orina, no le encontré semejanza alguna con el ruso real), cuidado la hernia, conde Menkov. (El apellido sí existe, y la gente se ríe porque nadie esperaba que mencionara la hernia, ya que siempre pedía precaución con objetos ajenos a las personas. Esta forma de mover la atención de una cosa a otra es una de sus genialidades patentadas)
(Se separan todos del trineo acercándose a una luz roja sobre el escenario que representa una hoguera y se queda sólo en el trineo Marcos, que hace gestos para llamar la atención de Daniel)
Marcos Mundstock: Este… eh…
Daniel Rabinovich: ¡Huy, el Zar! Cuidado la alteza, su altura… (Obvio el error cómico aquí, al cambiar el orden de las palabras)
(Cuando se acercan a la hoguera se oye el aullido de los lobos)
Daniel Rabinovich: ¡Lobos! Estamos llegando a Lobos (Lobos es una ciudad de Buenos Aires, por eso da risa al público argentino). ¡Qué frío! Un frío terrible, hace…
Carlos López Puccio: Y con el hambre que tenemos… Hace dos semanas que sólo comemos pan duro y raíces.
Jorge Maronna: Con eso engañamos al estómago…
Ernesto Acher: Mi estómago ya está empezando a sospechar… (La gracia es que el estómago de Ernesto tiene consciencia propia)
(De repente se oye la música de la Mandocleta y se oye a Carlos Núñez cantar a lo lejos; poco a poco se va acercando y acaba entrando en escena)
Carlos Núñez Cortés: ¡Ay, que frío! Brrrrrrrr… ¡Ay, que frío! Brrrrrrr… ¡Ay que frí…!
Carlos Núñez Cortés: Permitidme una palabra, ¡oh, nobles señores!
Ernesto Acher: (Disimulemos, nadie debe saber que somos nobles). Te equivocas, somos simples campesinos.
Carlos Núñez Cortés: Sin embargo vuestros ropajes no parecen ser de simples campesinos.
Ernesto Acher: Es que tenemos un casamiento.
Carlos López Puccio: ¡Yo soy la novia!
Daniel Rabinovich: Yo soy los padrinos, él es la torta… (La gracia está en que ni con calzador les queda lo que están diciendo que son, por más pantomimas que hagan). Bueno, tienes razón pobre… pobre pobre (Ya que no se ha presentado, no sabe cómo llamarle). No somos campesinos.
Carlos Núñez Cortés: Ah, ¿no?
Daniel Rabinovich: Somos bailarines del Teatro Bolshói. (Que sí existe el teatro)
(Al oír esto se ponen todos a hacer posturas de ballet bajo la atenta mirada de Carlos Núñez, que no se cree nada)
Daniel Rabinovich: Estamos de gira.
Carlos Núñez Cortés: ¿De gira por aquí?
Daniel Rabinovich: Sí, señor.
Carlos Núñez Cortés: ¡Pero si aquí sólo hay lobos!
Daniel Rabinovich: Y viera como les gusta el ballet… (La gracia de Daniel hace que una frase tan sencilla sea tan jocosa y divertida)
Carlos Núñez Cortés: Perdón, pero ¿no han visto por casualidad al Zar Nicolás por esta zona?
Daniel Rabinovich: No, No. No vimos zares por acá, no.
Carlos Núñez Cortés: La verdad es que yo soy su correo secreto, y lo estoy buscando porque tengo que entregarle el cofre con las joyas de la corona.
Carlos López Puccio y Jorge Marona: ¡Yo soy el Zar!
Daniel Rabinovich: ¡No, no, no! ¡Yo soy el Zar! (Ahora sí, ya que van a tener joyas sí les interesa)
Carlos Núñez Cortés: ¡Así los quería agarrar! En realidad soy comisario del pueblo (Marcos se hace chiquito) y traigo orden de detener al Zar y entregarlo para que lo fusilen.
(Al oír esto todos levantan la mano lentamente señalando a Marcos Mundstock, que se había quedado aparte)
Carlos Núñez Cortés: Disculpe, su alteza. Era una estratagema para dar con usted.
(Al oírlo Marcos se da la vuelta y se burla de sus súbditos)
Carlos Núñez Cortés: ¡En efecto, soy su correo secreto!
(Carlos comienza a tocar la Mandocleta)
Carlos Núñez Cortés:
Soy el correo secreto del Zar
Voy desafiando la nieve y los rigores
Llevo las noticias a duras penas
Algunas noticias son malas
Y otras son peores. (Es gracioso; pero tristemente real)
Marcos Mundstock: Mijaíl, ¿qué noticias traes?
Carlos Núñez Cortés: Me temo que no muy buenas, su majestad:
Carlos Núñez Cortés:
El ministro de guerra, mariscal Plotkin (el apellido sí existe pero no encontré relación de alguien llamado así durante la revolución), sigue escondido en el sauna del casino de oficiales…
Marcos Mundstock: ¿Y qué manda decir?
Carlos Núñez Cortés: ¡Que adelgazó una barbaridad! (Gracioso; pero obvio)
Carlos Núñez Cortés:
Los sirvientes abandonan masivamente los palacios, y dejan unos carteles que dicen…
Marcos Mundstock: ¿Qué dicen?
Carlos Núñez Cortés: “Atendido por su propietario”. (La frase es gracioso pero tiene una historia algo compleja que trataré de resumir. Las empresas pueden ser atendidas por sus dueños, o por gerentes, la indicación de esto es más bien comercial ya que algunas personas prefieren empresas que atienden los dueños directo a sus clientes. Basado en eso, un palacio que ya no tiene sirvientes, pues es un lugar que es atendido por su propietario. Ya no hay empleados, el dueño se hace cargo)
Carlos Núñez Cortés:
Su favorita de usted, la duquesa Irina, desde que usted partió está desesperada y ansiosa…
Marcos Mundstock: ¿Quién te lo dijo?
Carlos Núñez Cortés: ¡El mariscal Plotkin, dos capitanes y seis tenientes! (Muy ansiosa y desesperada la mujer, y ya sabemos sobre qué asunto)
Carlos Núñez Cortés: Este es el parte del frente sur.
Marcos Mundstock: Y tú le entregarás este mensaje al mariscal Plotkin.
Carlos Núñez Cortés: ¡Soy el correo secreto del Zar!
Daniel Rabinovich: ¡Papenko, papenko, niet corrovsky!
Jorge Maronna: ¿Qué?
Daniel Rabinovich: ¡Papíto, no corras! (Buen juego de palabras)
(Todos se sientan alrededor de la hoguera mientras Marcos en pie lee el mensaje que le ha traído el correo)
Marcos Mundstock: Szonia nieskaya schyudne… u… uuu… uaua…sch…chch…tch… ¡Ah, no!
(En ese momento se da cuenta de que no estaba leyendo en ruso, sino que tenía el papel al revés. Le da la vuelta y comienza a leer)
Marcos Mundstock: “Situación de las tropas desastrosa en todos los frentes…” ¡Maldición!, estos bolcheviques…
Ernesto Acher: Ah, sí, estos bolcheviques y esas ideas estrambóticas que se traen.
Daniel Rabinovich: Dicen que la tierra debe ser para el que la trabaja.
Ernesto Acher: Yo les daría toda la tierra que quieran pero, ¿en qué se la van a llevar? (Pues sí, ¿costales?, ¿carruajes?, ¿con la mano? Si lo que quieren es tierra, pues... tierra tendrán)
Daniel Rabinovich: ¡Ah, no! Que las macetas se las traigan ellos. (Claro, me faltó pensar en las macetas)
(Suena de fondo un piano)
Coro:
Ya la ley lo dice, muy en claro queda
Marcos Mundstock:La tierra debe ser...
Coro: para el que la hereda (feudalismo, pues)
Los palacios que nos arrebatan
Eran tan grandes, tan imponentes
Que no nos alcanzaban los sirvientes
Y hoy si nos alcanzan nos matan (cómo cambian las cosas)
Marcos Mundstock: ¿Hay algo más triste, más desdichado, que ser perseguido?
Coro: ¡Sí, ser alcanzado! (Por supuesto)
Marcos Mundstock: Eh, bien, aquí pasaremos la noche. Barón Nikita (Nombre que sí existe y en esa época era muy popular por un personaje del ámbito político, Nikita Jrushchov), hágase cargo de las guardias.
Daniel Rabinovich: Su alteza, no sé como decírselo. Yo estoy sólo, y hay varios turnos para cubrir…
Marcos Mundstock: Concedido, todos para usted. (Esto es gracioso pero triste de que en realidad así se la aplican a los subordinados en las empresas)
Daniel Rabinovich: ¡Pladorovnie, samasvaniet, nia poñimae y su abuela! (La gracia de usar palabras pseudorrusas para rematar en español, es deliciosa)
(De nuevo se oye la música de la Mandocleta y Carlos Núñez aparece cantando)
Carlos Núñez Cortés: ¡Correos! ¡Correos! ¡¡¡Correos, que no llevo frenos!!! (O sea que no llevaba varias cartas, sino avisaba que deben correr o ser atropellados)
(Por fin consigue parar y Marcos se acerca a él)
Marcos Mundstock: Mijail, ¿entregaste el mensaje?
Carlos Núñez Cortés: Sí, se lo entregué al mariscal Plotkin, el mariscal Plotkin se lo entregó a su favorita de usted, la duquesa Irina, y la duquesa Irina se entregó… a la guardia de Palacio… (Fogosa mujer)
Marcos Mundstock: ¡Desdichada!
Carlos Núñez Cortés: ¡Se la veía contenta! (El zar insultándola; pero la realidad parece ser otra al tener a tantos a su disposición) Y hay más: Sus tropas han sido derrotadas, ya todo ha terminado…
(Marcos se desespera, su berrinche con bufidos da risa al público porque es como un berrinche de niño chiquito, y Daniel lo intenta consolar)
Daniel Rabinovich: ¡Papenko, niet calentovich! (Papito, no te calientes)
Carlos López Puccio: Entonces, ¿ya no seremos más nobles?
Marcos Mundstock: No.
Daniel Rabinovich: ¿Ya no seré más Barón?
Carlos López Puccio: Sí…
Marcos Mundstock: Eso depende de ti, hijo mío. (Confundiendo el título de Barón con la palabra Varón) ¡Adiós, mis nobles!
Daniel Rabinovich: ¿A dónde va?
Marcos Mundstock: A la estepa más próxima.
Carlos López Puccio: ¿Y los lobos?
Marcos Mundstock: Ese será mi fin. Yo saciaré el hambre de los lobos.
Carlos Núñez Cortés: ¿Lleva galletitas? (La gracia está en que Carlos Núñez no entendió que el zar va a ser la comida de los lobos)
Jorge Maronna: ¡No, no, majestad! ¡No vaya al “lobocausto”! (En referencia al holocausto)
Carlos López Puccio: ¡Le van a hacer la “lobotomía”! (Juego de palabras muy bien manejado)
(Marcos teatralmente abandona la escena, me parece escuchar a Jorge decir "¡Oh, fue y se dejó")
Daniel Rabinovich: Y ahora, ¿qué haremos? ¿Morir heroicamente, como nuestro amado Zar o adherirnos a esa sucia revolución?
Todos: ¡Adherirnos a esa sucia revolución! (La decisión de muchos en casos así, por más que parezca chiste, es anécdota de varias personas)
Coro:
Unámonos a la masa
Y apoyemos la revolución
Mejor ser proletarios en casa
Que aristócratas en prisión. (Seguimos con la parodia de lo que es una triste realidad)
(Marcos entra en escena de nuevo)
Marcos Mundstock: ¡Aaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh! (Qué buena voz) ¡Esto era lo único que me faltaba!
Daniel Rabinovich: ¿Qué le pasó?
Marcos Mundstock: ¡Los lobos!
Daniel Rabinovich: ¿Lo atacaron?
Marcos Mundstock: No, ¡¡¡me orinaron!!! (El chiste va por partida doble, por un lado los lobos no lo quisieron, así de malo resultó para sus apetitos y gustos; pero también porque es muy común escuchar la frase "Solo falta que me orine un perro", pero como aquí no hay perros, sino lobos, pues el remate es así)
Todos:
Seremos comunistas desde esta fecha
¡Vivan los izquierdistas de derechas! (Suena raro; pero muchos están en el lado político en el que no creen solo por conveniencia, así que hay muchos de izquierda que son de derecha, y muchos de derecha que creen en las ideas de izquierda; pero por miedo a represalias o por seguir teniendo beneficios, fingen estar con los ideas en los que no creen)
Este es el video de la obra
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