Literatura y filosofía

Diálogos con la obscuridad. 3 de 9

-"Tú que eres antes que la luz, eres a pesar de la luz, y persistes después de la luz, dime, pues has de tener sabiduría eterna e infinita, dime, ¿por qué algunos pueden experimentar más allá de lo material, y otros no?

-¿Para qué te interesa saber eso?

-Es que me mandan con psicólogos y psiquiatras, la gente no me cree y no sé cómo hacerles entender que todo es real.

-Además de ti, hay muchos que tratan de contactarme. Unos me preguntan cómo está su familiar muerto, que por qué murió su pecesito, que en dónde está su gatito, que si pasarán exámenes, que si puedo hacer que tal persona los ame. ¿Te has dado cuenta de que sus preguntas, no van más allá de lo material? Su egoísmo los tiene encadenados a la materia, a su cuerpo.

-¿Entonces, qué me aconsejas?

-Haz lo que hago, sigue tu camino e ignóralos. Son ellos los que salen perdiendo. Por eso, por más que rueguen, por más que hagan rituales, soy yo quien decide a quién responder, a quién manifestarme, pues sólo yo conozco el valor de cada quien. No presumes tus más valiosos tesoros a aquel que no los sabrá apreciar, así pues, tú eres tu más valioso tesoro, no cualquiera te merece, no cualquiera te entenderá y sabrá valorarte.

-Pero entonces, ¿mi premio es la soledad?

-Eso depende de ti. Soledad si te rindes, soledad si te encierras, soledad si te avergüenzas de ser quien eres. Lo único que debes cuidar es esa delgada línea que separa el saber elegir con quién te juntas, y el estar siempre solo porque juzgas antes de conocer.

-¿Eso significa que yo tengo el poder?

-Aunque no existe libre albedrío, cada ser vivo tiene su propio poder y control de su vida dentro del juego de la existencia. El saber jugar este juego, es lo que hace la diferencia entre trascender y evolucionar, contra el quedar como un pusilánime que igual hubiera dado que no hubiese existido.

-¡Qué complicado es todo esto!

-Yo siempre estoy aquí, siempre te escucharé y siempre te daré consejo.
Compartir:

Diálogos con la obscuridad. 2 de 9

-"Tú que eres antes que la luz, eres a pesar de la luz, y persistes después de la luz, dime, pues has de tener sabiduría eterna e infinita, ¿puedo contactar con otros seres?"

-Tan torpe eres que no sabes preguntar. Quieres preguntar si quieres contactar con entidades eternas. No, no puedes tú pedirles, ellos te buscan. Necesitas evolucionar, trascender para poder acercarte a ellos.

-Pero hay personas que usan la tabla ouija, o cartas, o...

-Basta. ¿En serio crees tú que esos juguetitos pueden someter a un ser superior? Simplemente dime, ¿cuántos imprudentes no hay que ignoran las señales de tráfico? Mucha gente las respeta, por convenio de buena convivencia; pero a otro tanto no les importa, porque simplemente esas señales no son superiores a las personas. Lo mismo con la magia, esoterismo y todas esas cosas tan ridículas para nosotros.

-¿Cómo, mi amuleto no me protegerá del mal de ojo?

-Para nada. Hasta los mismos exorcistas, los de verdad, reconocen que ni el más santo está a salvo de una posesión. Eso se debe a que son seres superiores.

-¿Entonces qué puedo hacer?

-Ignora toda esa charlatanería. Te metes en caminos que no puedes transitar... aún. ¿Recuerdas que te dije que el libre albedrío no existe? Están todos sometidos a seres superiores. Son sus juguetes. Nada puedes hacer, sólo ser el mejor en lo que te corresponde. Así lograrás trascender, devenir, ser más, y pasar a un nivel superior.

-¿Entonces por qué algunos espíritus eternos sí obedecen o nos obedecen al hacer rituales?

-Les están siguiendo el juego. Así como ustedes se divierten con las hormigas, así nosotros nos divertimos con ustedes.

-Eso no es muy consolador.

-Si ante el hecho de que no hay libre albedrío, tener la opción de ser el mejor para progresar como ser, no te da consuelo... quizá no eres digno. Razona lo que he dicho. Me voy antes de que mis palabras te fundan las pocas ideas que te quedan.
Compartir:

Diálogos con la obscuridad. 1 de 9

-"Tú que eres antes que la luz, eres a pesar de la luz, y persistes después de la luz, dime, pues has de tener sabiduría eterna e infinita, ¿qué sentido tiene vivir si hemos de morir?"

Y la obscuridad me contestó:

-"¿Qué sentido tiene la vida? Esa es una pregunta tonta. No puedes recibir esa respuesta, porque no la entenderías. ¿Qué sentido tiene que preguntes si nada tiene sentido según tú?"

-"Precisamente busco una respuesta, porque quiero encontrar un sentido."

-"¿Te has puesto a pensar, entonces, que si la vida tiene un sentido, será porque no hay libre albedrío? Y si no tienes libre albedrío, ¿para qué quieres respuestas, si no vas a poder cambiar nada?"

-"Yo creo en el libre albedrío."

-"¡Ah, crees que puedes elegir entre diferentes opciones con total impunidad! Bien, si crees eso, entonces, ¿para qué quieres saber el sentido de la vida? Porque debes saber que toda acción que hagas, tendrá consecuencias."

-"Precisamente es porque quiero saber qué hacer con mi vida, porque busco una respuesta al sentido de la vida, para saber cómo encajo en estos engranes universales que me sobrepasan. ¿Con qué sentido estudio, con qué sentido hago amistades, con qué sentido trabajo?" Mi problema es que si encuentro una meta, al final de mi vida nada tendrá sentido."

-"No. Muy mal. Estás como quien tiene sed pero no bebe porque necesita estar saciado para poder recibir líquidos en el cuerpo. Ni avanzas ni dejas avanzar. Si crees en el libre albedrío, entonces ve qué puedes aportar tú al universo. Sé una parte activa, no pasiva. Haz, no esperes. Crees que hay libre albedrío, bien, entonces hubo una voluntad creadora que hizo todo con un sentido, y tú eres parte de ello, por lo que no te dejó solo. Ve tus capacidades y poténcialas, ve tus defectos y disminúyelos. Así creces tú haciendo algo por los demás."

-"¿Y si no existe el libre albedrío?"

-"En ese caso, todo ya está escrito, sólo déjate llevar por tus capacidades para potenciarlas, y así sirves al universo."

En ese momento, la obscuridad empezó a alejarse y le supliqué:

-"¡Espera, falta mucho por platicar."

-Tienes un problema, y es que no esperas a que las cosas tengan su momento. Que 10 albañiles puedan hacer una casa en menos tiempo, no significa que 10 mujeres tengan un bebé en menos tiempo. Por ahora, medita lo que te dije, que parece ser demasiado para ti. Yo siempre vuelvo.
Compartir:

El hombre elefante

Pongan a calentar los granos mientras les cuento de Joseph Merrick. Él fue un hombre que vivió en Inglaterra durante el siglo XIX.  Desde que era un bebé sufrió unas anomalías que hasta ahora no se han podido confirmar; pero se cree que tenía una mezcla del síndrome de Proteus con otros males que le originaron una deformación en todo su cuerpo. Se le llamó "El hombre elefante" porque en su labio superior desarrolló un tumor en forma de trompa de elefante, mismo que fue extirpado con cirugía.


La película busca mostrar el lado más humano de Joseph, aunque en la película le llamen John. Empieza cuando él está mostrándose como fenómeno de circo y es recogido por un cirujano llamado Frederick Treves, quien le ayuda a tener una vida más digna y humana.

Aunque es imposible relatar con exactitud de hechos en tan corto tiempo, la película cumple al mostrar la inteligencia superior, humanidad infinita y sensibilidad de alma de una de las más grandes personas de quien se tenga registro.

Actualmente quizá no nos parezca tan impresionante el padecimiento de Joseph; pero veremos algo que debo advertirles, puede ocasionarles un gran impacto: ¡Sir Anthony Hopkins de joven!

La actuación de Sir Anthony nos muestra lo que es verdaderamente ser un actor de cine y no un cualquiera sacado de donde sea, sobre todo cuando ve por primera vez a Merrick, pasando de un rostro de asombro a uno de dolor, mientras deja caer una lágrima ¡sin cortes, ni dobles, ni trucos de cámara! ¿Quién puede hacer esto ahora?

Esta es la ficha de la  película en IMDB

Título: The elephant man
Fecha: 1980
País: USA
Género: Drama biográfico
Director: David Lynch
Guionistas: Christopher De Vore, Eric Bergren, entre otros
Protagonistas: Anthony Hopkins, John Hurt, Anne Bancroft (entre otros)

Y ahora sí, en tu honor Joseph, ¡que vuelen las palomitas!
Compartir:

Si te gusta lo que hago puedes donar

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Aquí puedes comprar mis libros

Archivo del blog