Básicamente, un verbo no se convierte en irregular por pequeñas variaciones en la forma en que se escribe o pronuncia, cuando éstas son fruto de las propias reglas del español
Digamos, por ejemplo, el verbo "secar", si seguimos las reglas de la tabla de los verbos regulares, el pasado termina en "e", así pues, debería ser "yo secé"; pero no, porque el verbo tiene un sonido de "c" fuerte, así que, para respetar el sonido de la raíz, cambiamos por otro sonido que esté dentro de las reglas del español, es decir "yo sequé"
¿Por qué no la "k"? Porque la "q" es propia del español, ya que es heredada del latín, mientras que la "k" es del alemán y el inglés. Así que, al jugar con las reglas del español, tomamos las que tienen más apego a la tradición
Otro ejemplo, con el verbo "regar", no es "yo regé", porque la raíz del verbo tiene el sonido de la "g" fuerte, así que al no tener otra letra que nos ayude, agregamos la "u" y queda "yo regué"
En algunos verbos terminados en "er" o en "ir" hay un cambio de vocal por la "y", no me metí mucho a investigar; pero noté que en algunos casos sucedía lo mismo que en el latín, que algunas vocales eran realmente fuertes y otras débiles, al grado de perder su posición ante otro sonido más fuerte. Es un fenómeno que quizá un especialista podría explicar mejor, pero bueno, el caso es...
Para verbos como "caer", "huir", por ejemplo, no los hace irregulares el cambiar su sonido al conjugarse. No decimos "él caió", que sería lo correcto según la tabla, sino "él cayó". No decimos "él huió", sino "él huyó", y esto no le quita la regularidad, sino que obedece a un fenómeno de sonido dentro del idioma hablado más que al idioma escrito
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