El cielo y el infierno son concepciones religiosas, mismas que tienen diferente significado y descripción a lo largo de la historia y de las religiones. Pero en esta entrada hablaré de esas concepciones desde el punto de vista filosófico
Sabemos que en el devenir de la dialéctica, o dicho de modo científico, la evolución, hay premio y castigo. Lo hay de manera material con premios como mejores adaptaciones y nuevas especies, y castigos como el atrofiamiento y la extinción. Desde el punto de vista no material o metafísico, el premio es la permanencia y el castigo es el olvido. No sabemos qué hay más allá; pero la filosofía nos enseña que la evolución no cesa, es decir, la dialéctica sigue de manera eterna. De igual manera, sabemos que por pura filosofía, las cosas no dejan de existir, sino que pasan a un plano distinto
Quizá lo anterior sea difícil de concebir para mentes materialistas; pero la filosofía pitagórica, y más específicamente yo en una entrada, he demostrado matemáticamente que hay diferentes planos de existencia que permiten un entramado bastante complejo de un ser supremo que no puede ser concebido por las religiones
Así pues, la extinción o el olvido en nuestro universo no significan un cese de la existencia. Es sólo trascendencia, lo cual expliqué gráficamente ya en una entrada. En fin, que si las religiones han concebido el cielo (como premio) y el infierno (como castigo) de manera eterna e infinita, la filosofía nos enseña que sí se castiga y sí se premia; pero éstos castigos y premios no son eternos, sólo cambian de intensidad conforme nos cambiamos de plano en el proceso de nuestra existencia que fluye dialéctica/evolutivamente de una manera que sí es infinita. Como tal, cielo e infierno como metas de la existencia, para la filosofía no hay tales, ya que la existencia es un crecimiento constante sin fin
Acciones concretas pueden tener una trascendencia mayor o menor; pero todas nos llevan a caminos que nos permiten pasar a planos con mejores oportunidades o con más retos. Es por esto que esa estúpida creencia juvenil del YOLO (You Only Live Once, sólo se vive una vez) es, además de una total muestra de ignorancia por parte de la filosofía que nos heredó Kierkegaard, una acción que sólo lleva a una trascendencia tan caótica que no sólo tiene acciones negativas en el presente y en el futuro más cercano, sino también en el proceso evolutivo del ser de cada quien
Por lo anterior, en la siguiente entrada hablaré del estúpido YOLO; pero por ahora les he dejado un preámbulo con enlaces a otras entradas para que la siguiente semana no los agarre tan fríos
Sabemos que en el devenir de la dialéctica, o dicho de modo científico, la evolución, hay premio y castigo. Lo hay de manera material con premios como mejores adaptaciones y nuevas especies, y castigos como el atrofiamiento y la extinción. Desde el punto de vista no material o metafísico, el premio es la permanencia y el castigo es el olvido. No sabemos qué hay más allá; pero la filosofía nos enseña que la evolución no cesa, es decir, la dialéctica sigue de manera eterna. De igual manera, sabemos que por pura filosofía, las cosas no dejan de existir, sino que pasan a un plano distinto
Quizá lo anterior sea difícil de concebir para mentes materialistas; pero la filosofía pitagórica, y más específicamente yo en una entrada, he demostrado matemáticamente que hay diferentes planos de existencia que permiten un entramado bastante complejo de un ser supremo que no puede ser concebido por las religiones
Así pues, la extinción o el olvido en nuestro universo no significan un cese de la existencia. Es sólo trascendencia, lo cual expliqué gráficamente ya en una entrada. En fin, que si las religiones han concebido el cielo (como premio) y el infierno (como castigo) de manera eterna e infinita, la filosofía nos enseña que sí se castiga y sí se premia; pero éstos castigos y premios no son eternos, sólo cambian de intensidad conforme nos cambiamos de plano en el proceso de nuestra existencia que fluye dialéctica/evolutivamente de una manera que sí es infinita. Como tal, cielo e infierno como metas de la existencia, para la filosofía no hay tales, ya que la existencia es un crecimiento constante sin fin
Acciones concretas pueden tener una trascendencia mayor o menor; pero todas nos llevan a caminos que nos permiten pasar a planos con mejores oportunidades o con más retos. Es por esto que esa estúpida creencia juvenil del YOLO (You Only Live Once, sólo se vive una vez) es, además de una total muestra de ignorancia por parte de la filosofía que nos heredó Kierkegaard, una acción que sólo lleva a una trascendencia tan caótica que no sólo tiene acciones negativas en el presente y en el futuro más cercano, sino también en el proceso evolutivo del ser de cada quien
Por lo anterior, en la siguiente entrada hablaré del estúpido YOLO; pero por ahora les he dejado un preámbulo con enlaces a otras entradas para que la siguiente semana no los agarre tan fríos
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