En las semanas anteriores hemos desarrollado que el sentido de la vida es la permanencia, y que la mejor forma de lograr es trabajar colaborativamente. Sin embargo, esto puede sonar a un discurso populista y no lo es. La verdad es que tiene un fundamento en las constantes con las cuales está construido nuestro mundo, y no me refiero a las que hizo el humano, sino a las que hicieron al humano
Tenemos a la Ley de Paretto, mejor conocida como la ley 80-20. Dice así más o menos: El 80% de la muestra tiene el 20% de los recursos y el 20% de la muestra tiene el 80% de los recursos. En palabras más mundanas, el 80% de lo que hagas tendrá un éxito del 20%, mientras que el 20% de lo que hagas tendrá un éxito del 80%. El 80% de las personas tienen el 20% de la riqueza y el 20% de las personas tiene el 80% restante. El 20% de las personas tiene el 80% de inteligencia, y el 80% tiene el 20%. Es una ley no formulada por el humano, es una constante de la naturaleza, y por eso no podemos (no tenemos elección, no tenemos libre albedrío) hacer nada para cambiarla. Son las reglas del juego
Tenemos los 6 grados de separación. Esta más que una ley natural es un fenómeno del desarrollo social, en la cual todos estamos interconectados con 6 saltos de relación. Esto es un fenómeno social actual debido a la conexión que provee la tecnología
El número Dunbar. El científico Dunbar encontró que 150 es el número máximo de relaciones que puede tolerar el cerebro humano. Comunidades humanas mayores a ese número se vieron en la necesidad de disolverse debido a problemas internos de relaciones sociales, generando comunidades menores a ese número
Esto, ¿a qué nos lleva? A muy buenas noticias. En un pasado no muy remoto, con las ideas comunistas mal entendidas y mal llevadas a la práctica, así como también la estúpida idea de los enciclopedistas de que todos somos iguales, llevó a un miedo mundial de que todos seríamos sometidos a ser iguales, todos en un mundo gris, enfermo, matemático y monótono
No niego de que se busque eso; pero se puede hacer algo con lo que sabemos: Sabemos que no todos somos iguales, que cada quien aporta algo diferente y que cada quien carece de algo que otro puede ayudar. Con esto, sabemos también que la colaboración cooperativa es el mejor método de protegernos. Sabemos que a pesar de estar interconectados mundialmente, nuestro límite social es de 150 personas (el mío es de 3; pero es mi caso), con las cuales podemos generar vínculos muy fuertes
Todos podemos actuar dentro de nuestra células sociales, nuestras tribus urbanas, si quieren llamarlo así, en las cuales compartimos metas, gustos, afinidades, emociones, sentimientos, ideales, etc. A su vez, el brinco de los 6 pasos nos une con otras células sociales, haciendo un organismo más grande al grado de que todos podemos colaborar por una meta común sin dejar de perder nuestra identidad. Cuando el organismo sea autosuficiente y lo suficientemente grande, puede dividirse, como ya lo han hecho moléculas de ADN y otras comunidades humanas, para independizarse y buscar su propia meta que no estorbe, sino que colabore con la célula que hemos dejado
Esta unión nos hace fuertes; pero también nos da la identidad personal por la cual muchos existencialistas han sufrido. Tenemos una meta como especie, y una meta humana. La de la especie es propagar la vida, no sólo la nuestra, sino toda. La meta humana es la que cada quien busca para sí mismo, llenando su vacío personal con lo que puede lograr gracias a las habilidades con las que nació, y ofrecerlo a los demás que las carecen
Tenemos a la Ley de Paretto, mejor conocida como la ley 80-20. Dice así más o menos: El 80% de la muestra tiene el 20% de los recursos y el 20% de la muestra tiene el 80% de los recursos. En palabras más mundanas, el 80% de lo que hagas tendrá un éxito del 20%, mientras que el 20% de lo que hagas tendrá un éxito del 80%. El 80% de las personas tienen el 20% de la riqueza y el 20% de las personas tiene el 80% restante. El 20% de las personas tiene el 80% de inteligencia, y el 80% tiene el 20%. Es una ley no formulada por el humano, es una constante de la naturaleza, y por eso no podemos (no tenemos elección, no tenemos libre albedrío) hacer nada para cambiarla. Son las reglas del juego
Tenemos los 6 grados de separación. Esta más que una ley natural es un fenómeno del desarrollo social, en la cual todos estamos interconectados con 6 saltos de relación. Esto es un fenómeno social actual debido a la conexión que provee la tecnología
El número Dunbar. El científico Dunbar encontró que 150 es el número máximo de relaciones que puede tolerar el cerebro humano. Comunidades humanas mayores a ese número se vieron en la necesidad de disolverse debido a problemas internos de relaciones sociales, generando comunidades menores a ese número
Esto, ¿a qué nos lleva? A muy buenas noticias. En un pasado no muy remoto, con las ideas comunistas mal entendidas y mal llevadas a la práctica, así como también la estúpida idea de los enciclopedistas de que todos somos iguales, llevó a un miedo mundial de que todos seríamos sometidos a ser iguales, todos en un mundo gris, enfermo, matemático y monótono
No niego de que se busque eso; pero se puede hacer algo con lo que sabemos: Sabemos que no todos somos iguales, que cada quien aporta algo diferente y que cada quien carece de algo que otro puede ayudar. Con esto, sabemos también que la colaboración cooperativa es el mejor método de protegernos. Sabemos que a pesar de estar interconectados mundialmente, nuestro límite social es de 150 personas (el mío es de 3; pero es mi caso), con las cuales podemos generar vínculos muy fuertes
Todos podemos actuar dentro de nuestra células sociales, nuestras tribus urbanas, si quieren llamarlo así, en las cuales compartimos metas, gustos, afinidades, emociones, sentimientos, ideales, etc. A su vez, el brinco de los 6 pasos nos une con otras células sociales, haciendo un organismo más grande al grado de que todos podemos colaborar por una meta común sin dejar de perder nuestra identidad. Cuando el organismo sea autosuficiente y lo suficientemente grande, puede dividirse, como ya lo han hecho moléculas de ADN y otras comunidades humanas, para independizarse y buscar su propia meta que no estorbe, sino que colabore con la célula que hemos dejado
Esta unión nos hace fuertes; pero también nos da la identidad personal por la cual muchos existencialistas han sufrido. Tenemos una meta como especie, y una meta humana. La de la especie es propagar la vida, no sólo la nuestra, sino toda. La meta humana es la que cada quien busca para sí mismo, llenando su vacío personal con lo que puede lograr gracias a las habilidades con las que nació, y ofrecerlo a los demás que las carecen
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