Literatura y filosofía

Estudiando a Les Luthiers. Parte 45

La idea de este especial es analizar su humor y sus letras, basándome en la lista oficial de espectáculos de su página


Cuando se comparta un video, siempre será desde su cuenta oficial de youtube https://www.youtube.com/lesluthiers

No voy a ahondar en la complejidad musical, ya que no es mi fuerte, sino en basarme en los guiones de los espectáculos para analizar los chistes

Me apoyaré en una página hecha por fanáticos, la cual es https://lesluthiers.org/ y enlazaré a los artículos de dicha página cuando sea necesario

Aunque no me basaré en ella, también esta página está muy completa http://www.leslu.com.ar/ por si la quieren visitar
 
Obra
Pasión bucólica
(Vals geriátrico) 

Tomando citas textuales del sitio lesluthiers.org, sobre esta obra:
 
Fue llamada en un principio "Las tías". Y nació a partir de una rutina de Jorge Maronna, que solía imitar a su tía. Mientras se vestía en los camerinos le daba a veces por hablar como ella. Pero no hay tía que no tenga vecina, y Carlos Núñez acabó siendo la segunda tía, que añoraba a su difunto Arnolfo. El nombre era real: provenía de un tío político de Núñez que había pasado a mejor vida. De vez en cuando Marcos Mundstock se convertía en tercera tía. Y un día se convirtió en algo más: en libretista de una escena entre dos viejitas amigas. Pocos días después, el texto tenía música y formaba parte del espectáculo Humor dulce hogar. (Texto extraído del libro Les Luthiers de la L a la S) (El libro de 1991 tuvo una reedición con una modificación del 40% en el 2007; pero actualmente están descatalogadas ambas ediciones)

Texto de la obra aquí

(Aparece Carlos Núñez, limpiando con un plumero todo lo que va encontrando, sin embargo la posición en la que está, detrás del piano tapando la mitad inferior de su cuerpo, y las caras que hacen, nos hacen pensar que está haciendo otra cosa, hasta que empieza a limpiar el piano con el plumero nos damos cuenta de qué estaba haciendo realmente, haciendo estallar de risa al público. Comienza a hablar como una viejita octogenaria)
 
(Lo ingenioso de la construcción narrativa de esta obra consiste en que van concatenando las conversaciones, usando precisamente la última palabra del canto que realizan. Esto lo veremos más descarado en la estrofa final, en donde cada quien irá por su lado concatenando sus conversaciones con la palabra final del diálogo de la otra persona)
 
Carlos Núñez Cortés: ¡Cuánto polvo, cuánto polvo! Una se mata limpiando y no luce… dieciocho años que tengo todas las ventanas cerradas y sigue entrando polvo, sigue entrando polvo… (bueno, si consideramos que el polvo es realmente la acumulación de células muertas, no importa mucho que cierre las ventanas, por otra parte, la gente ríe porque cuando Carlitos da un paso alto se empieza a sacudir el polvo de la entrepierna) y para colmo ya está por llegar Rosarito, que se fija en todo. (Se oyen golpes) Esa debe ser Rosarito. ¡Ya va! Adelante, querida, adelante…

(Aparece Jorge Maronna, andando y hablando también como una viejita. Los dos se funden en un abrazo dejándose caer uno sobre el otro hablando al unísono)

Jorge Maronna: ¡Hola, Clarita! ¿Cómo está?
Carlos Núñez Cortés: ¿Cómo le va, querida? ¡Pero que bien que se la ve, déjeme que la mire porque…
Jorge Maronna: ¿Cómo está? ¡Qué divina, se cambió el peinado, qué bonito! ¡Ay, ese collar de perlas cultivadas es una belleza…
Carlos Núñez Cortés: …pero que linda que está, querida, que bonita… qué lindos los zapatitos que tiene, querida… se ha dejado la barba, querida… (además del chiste de que la tía es una vieja barbona, de hecho si nos fijamos, Jorge sí se dejó la barba respecto a otros espectáculos pasados)
Jorge Maronna: …y le traje unas colaciones.
Carlos Núñez Cortés: Querida, no se hubiera molestado, querida. (Y todavía les sacude el polvo con furia)
Jorge Maronna: ¡Ay, cambió los muebles de lugar!
Carlos Núñez Cortés: Ah, sí. ¿Cómo se dio cuenta? (Como si fuera muy difícil notar una distribución diferente de las cosas cuando estás acostumbrado a ellas, lástima que ese chiste no lo captó el público)
Jorge Maronna: Y… acá, donde está el piano había otra cosa…
Carlos Núñez Cortés: ¡Ay, tiene razón! Ahí estaba el pobre difunto Arnolfo. (Tratar al esposo como mueble, que están tan acostumbrados a que esté todo el tiempo en el mismo lugar, otro chiste que no captó el público)
Jorge Maronna: Ah, claro, sí, sí, sí.
Carlos Núñez Cortés: Y sí, lo saqué (O sea, tenía al cadáver con ella, se nota muy bajito que algunos del público sí captaron el chiste). Una no puede vivir aferrada a los recuerdos. (Quizá contagiados por los que empezaron a reír, empieza a sonar la risa más fuerte. Ya se había tardado el público en reaccionar. Este tipo de cosas son las que hacían que Les Luthiers modificara sus obras entre presentaciones)
Jorge Maronna: Hace muy bien, Clarita, hay que seguir viviendo.
Carlos Núñez Cortés: Sí, querida. Todos los veranos lo vuelvo a poner en la bóveda, je, je. Allí está más fresquito. (Bueno, ser momificado es una buena idea, el cuerpo queda muy bien conservado)
Jorge Maronna: Claro, seguro, sí, sí.
Carlos Núñez Cortés: ¿Se acuerda cómo le gustaba la música?
Jorge Maronna: Sí…
Carlos Núñez Cortés: ¿Cómo la escuchaba?
Jorge Maronna: Sí, quietito… (Aquí el chiste está en que ya no se sabe si se refieren a Arnolfo de vivo o de muerto)
Carlos Núñez Cortés: ¿Qué le parece si tocamos alguna canción, eh?
Jorge Maronna: Ay, sí, claro, a ver cuál tiene para hoy, Clarita.
Carlos Núñez Cortés: A ver esta, divina, esta es divina… A ver esta, ¿la sabe?
Jorge Maronna: A ver, esta… sí.
Carlos Núñez Cortés: Ah, qué suerte, que la sabe…
Jorge Maronna: No la sé.

Carlos Núñez Cortés: ¿Cómo, no dijo "esta sí"?
Jorge Maronna: ¡No, no, no, no! Estaba leyendo el título: “Esta-sí de amor”. No la sé. (En lugar de "Éxtasis de amor", yo pensé que se iba a referir a la nota musical "Si") ¿Y ésta otra? “Pasión Bu-co-lí-ca”. (Aprovechando el chiste de que lee mal)
Carlos Núñez Cortés: Sí, esa es divina, pero está mal acentuada.
Jorge Maronna: Ah, “Pásion Bucolíca”. (En vez de corregir el acento en bucólica, lo movió en pasión. Que esto me recuerda a un chiste de un espectáculo futuro, en Esther Píscore, Ésther Píscore; pero bueno, no tiene relación, solo son recuerdos del futuro pasado)
Carlos Núñez Cortés: Eso, sí. Mejor toquemos esa, sí. Un, dos, un, dos…

En estos bellos jardines sopla una brisa de vida.
Quiero olvidar para siempre las ilusiones perdidas…

Jorge Maronna: ¡Ay, hablando de perdidas! ¿Sabe que se casó la Betty? (¿Qué tal la reputación de Betty?)
Carlos Núñez Cortés: ¿La Betty?
Jorge Maronna: Sí…
Carlos Núñez Cortés: ¡Ay, pobre!
Jorge Maronna: ¿Pobre? Pobre el marido… (Pues si tiene reputación de mujer perdida, sí, pobre marido) Ah, y le cuento que se casó de blanco.
Carlos Núñez Cortés: ¡Hay que ser descarada!
Jorge Maronna: ¡Ah, no, no! El marido se casó de blanco… (Pues sí, parece que Betty sí se ganó bien su reputación)

El canto de los pajaritos inflamando nuestros pechos
Pío, pío, pío, pí-pío, pío, pío, pío, pí-pío,
Crisantemos y malvones, musgos, líquenes y helechos…

Carlos Núñez Cortés: Helechos… El-lecho… nunca me voy a olvidar lo que me dijo el Arnolfo en el lecho de muerte.
Jorge Maronna: Ay, ¿qué le dijo?
Carlos Núñez Cortés: “Vieja, traéme un sandwiche de mortadela…”
Jorge Maronna: ¿Y cómo, estando tan mal?
Carlos Núñez Cortés: No, si estaba perfectamente…
Jorge Maronna: ¿No dijo “lecho de muerte”?
Carlos Núñez Cortés: Ah, sí, murió en ese lecho… pero muchos años después…
Jorge Maronna: ¡Ah!
Carlos Núñez Cortés: Lo que pasa es que el Arnolfo, a nuestra cama matrimonial le llamaba “El Lecho de Muerte”.
Jorge Maronna: Ah, por eso… ¿Y por qué?
Carlos Núñez Cortés: Porque decía que era la muerte de sus ilusiones. (Todo este párrafo es puro humor negro muy bueno)

Los querubines beatos que por nosotros velaban…

Jorge Maronna: ¡Ay, velar, ay! Me olvidé de ponerle la vela a San Pantaleón, y es para la salud… (El santo mencionado, sin embargo, según esto, es de los santos que ayudan sin necesidad de recibir pago alguno)
Carlos Núñez Cortés: Rosarito, Rosarito, en lugar de tantos santos, usted debería tener un médico, querida.
Jorge Maronna: Ah, no. ¿Para qué, si con los santos me arreglo? Estoy sanísima…
Carlos Núñez Cortés: ¿Seguro?
Jorge Maronna: Seguro. Lo único… el juanete, pero eso me lo arregla el pedícuro. Hace cuarenta y siete años que voy donde el mismo pedícuro.
Carlos Núñez Cortés: Aunque sea debería tener un ginecólogo.
Jorge Maronna: Todavía no necesito… (Se creía antiguamente que si una mujer era virgen, no necesitaba ir a hacerse estudios)
Carlos Núñez Cortés: Al menos debería hacerse un papanicolau.
Jorge Maronna: ¿Es algo del Vaticano? (Por lo de "Papa", la máxima autoridad del catolicismo que viven en el Vaticano)
Carlos Núñez Cortés: Pero no, Rosarito, el papanicolau es para enfermedades de señoras.
Jorge Maronna: Ah, entonces será “mamanicolau”. (Se juega con el sonido de Papa y papá, pues entonces sería mamá, por ser para señoras. Para arruinar el chiste, les cuento que se llama Papanicolau porque lo desarrolló el ḿedico griego Georgios Papanicolaou)

Se oye el canto del arroyo en la orilla humedecida.
Glu, glu, glu, glu, glu, glu, Glu, glu, glu, glu, glu, glu…
Confesaste tu pasión, me ofreciste nueva vida…

Carlos Núñez Cortés: Nueva vida, nueva vida… “Año nuevo, vida nueva”, siempre lo decía el difunto.
Jorge Maronna: Ay, qué alegre…
(El texto está cortado en el sitio lesluthiers.org, yo le seguí la transcripción aquí y les mandé por correo la notificación a los administradores, espero que para cuando salga esta entrada lo hayan corregido)
Carlos Núñez Cortés: Sí, era muy alegre. Me acuerdo casualmente aquella vez para año nuevo
Jorge Maronna: ¡Ay! ¿Qué pasó?
Carlos Núñez Cortés: ¡Cómo se descompuso el Arnolfo! ¡Me dejó la sala hecha un asco! Los médicos no se ponían de acuerdo
Jorge Maronna: ¡Aj, como siempre!
Carlos Núñez Cortés: Uno decía que era el hígado, otro que el corazón, otro que los riñones
Jorge Maronna: ¡Ah, sí, sí, sí, sí! Los médicos siempre discutiendo por menudencias (la comida llamada menudo se hace precisamente con las vísceras; pero también menudencia es cosa de poca importancia, he ahí el hermoso juego de palabras)
Carlos Núñez Cortés: ¿Sabe lo que me dijo uno?
Jorge Maronna: No
Carlos Núñez Cortés: Que era un problema que venía arrastrando de hacía mucho
Jorge Maronna: Una pierna (pues si iba arrastrando algo, quizá fue una pierna)
Carlos Núñez Cortés: No, una hernia. Lo tuvieron que operar de urgencia
Jorge Maronna: ¡Ay, no me diga!
Carlos Núñez Cortés: ¡Ay, sí! ¡Ay!, cuando salió el cirujano y me dice, señora, lo perdimos en la operación
Jorge Maronna: ¡Ay, Clarita, qué momento!
Carlos Núñez Cortés: Por suerte lo encontraron enseguida (Los médicos cuando anuncian un fallecimiento, dicen que perdieron al paciente; pero en este caso, lo perdieron de verdad, no sabían dónde estaba, este juego de palabras es la mina de oro de los chistes de Les Luthiers)
Jorge Maronna: ¿¡Eh!?
Carlos Núñez Cortés: Se había escapado del quirófano
Jorge Maronna: ¡Aaah!
Carlos Núñez Cortés: ¿Sabe cómo hicieron para encontrarlo?
Jorge Maronna: ¡No!
Carlos Núñez Cortés: Je, je, je. Fueron siguiendo la sonda
Jorge Maronna: ¡Aaah! ¡Sí!
Carlos Núñez Cortés: Estaba ahí tirado en el pasillo, una cosa babosa...
Jorge Maronna: ¡Ay! ¡Clarita! ¡Me acordé! Me tiene que dar la receta de la natilla
Carlos Núñez Cortés: Pero sí, querida, si es una bobada. ¿Para qué la quiere?
Jorge Maronna: La quiero hacer esta noche
Carlos Núñez Cortés: ¿Esta noche? ¿Por qué?
Jorge Maronna: Es que viene a cenar el pedícuro

Me declaraste tu afecto;
pero luego me olvidaste...

(A partir de aquí, cada quien va por su lado de la conversación, concatenando sus ideas con la palabra final de la otra conversación. Una forma muy ingeniosa, de verdad)
Carlos Núñez Cortés: Nunca me voy a olvidar la noche aquella cuando me lo trajeron al Arnolfo. Estaba a la miseria, pobre santo. Le pregunté al doctor: "¿será alguna comida que le cayó mal?", y va y me dice: "No señora, una cornisa que le cayó justo" (Bueno, fue una caída, de otro tipo pero caída). ¡No se movía, no hablaba!
Jorge Maronna: Hablar, hablar. ¿De qué hablaremos con el pedicurista? Sí. Hablar y nada más, ¿eh? Él no puede esperar nada más, jamás lo he autorizado
Carlos Núñez Cortés: "La autorización, me tiene que firmar la autorización", me dijo el doctor. Yo miré el papel y le dije: "¿Pero qué tiene que ver mi pobre Arnolfo con una autopista?, ¿eh?, ¿qué tiene que ver?"
Jorge Maronna: ¡Ay, tiene que ver hoy en día las cosas que pasan! Una mujer sola tiene que saber decir que no
Carlos Núñez Cortés: "No señora", me dijo el doctor, "autopista no..., ¡autopsia!". Y yo le dije: "y bueno, hágala, total, mal no le puede hacer" (Considerando que es una operación a un cadáver. Y de hecho yo quería ser forense, total, peor no puedo dejar a mis pacientes)
Jorge Maronna: Él no puede hacer nada si yo no se lo permito. Empezaremos conversando y... y... bueno, ya veremos cómo sigue
Carlos Núñez Cortés: Sigue estacionario, me dijeron en la autopsia. "Tranquila, señora", me decían, "tranquila"
Jorge Maronna: Tranquila. Tranquilas las manos, ¿eh? Porque si no me pongo a gritar
Carlos Núñez Cortés: A los gritos salió la enfermera, salió con el Arnolfo en brazos, me lo muestra y me dice: "La felicito señora, es un varón" (Pinche enfermera, eso sí es humor ultra negro, te sacan el cadáver como si fuera un neonato)
Jorge Maronna: ¡Ah, sí, sí! Él es un varón (supongo que no se refiere a barón de título, ya que un barón no tendría necesidad de ser pedicurista); pero yo soy una mujer decente y tengo una forma de vivir.
Carlos Núñez Cortés: Y hay que seguir viviendo, Rosarito
Jorge Maronna: Es lo que yo siempre digo, Clarita. Hay que seguir viviendo
Carlos Núñez Cortés: Como usted dice, hay que seguir viviendo
Jorge Maronna: Y como usted dice que yo digo, Clarita, hay que seguir viviendo

Viva la vida, viva el amor
y la pasión juvenil. (Sobre todo juvenil con estas señoras)
 
Este es el video de la obra

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