Literatura y filosofía

Séneca (Parte 7 de 11)

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DE LA CONSTANCIA DEL SABIO

Escrito a Sereno

Séneca dice que el varón nació para imperar y la mujer para obedecer, sin embargo, es la mujer la que sin dar órdenes nos hace hacer lo que ellas dicen. Como le dije a mi amiga Nourhan, las mujeres nos han engañado haciéndonos creer que este es un mundo de varones, cuando realmente son ellas las que tienen el control

“Yo no llamo invulnerable a lo que no se puede herir, sino a lo que no se puede ofender” (Vuelve a repetir que de nada sirve llamarse valiente si no ha vencido a la adversidad)

Dice Séneca que la injuria es más grave que la afrenta, ya que el fin de la injuria es hacer algún mal. El sabio está inmune, porque para que haya mal, tiene que quitarle algo que valga la pena; pero como el sabio tiene todos los valores y virtudes dentro de él, nada se le puede quitar. Vemos, pues, que para Séneca, el sabio no es quien conoce muchas cosas, sino quie tiene calidad moral. Dice, además, que el sabio sólo es distinto de los dioses en que éste es mortal

La fortuna no da virtud, dice Séneca, y como ella (la fortuna) sólo quita lo que puede dar, quien es virtuoso, no puede perder su virtud por azares del destino

También es importante algo, que Séneca nunca pensó, y es que no se puede ofender a quien no te entiende la ofensa. Si mutilas a alguien que no valora su cuerpo, nada le habrás hecho. Si ofendes a alguien en un idioma que desconoce, es como si nada hubieras dicho. Por eso el ignorante tmabién es feliz, y el estúpido, porque no pueden entender el daño que reciben, y el inteligente, los toma como granja quitándoles lo que quiera sin que éstos inútiles se defiendan, y eso no los hace sabios, ni virtuosos, ni superiores (aunque se les puede hacer creer que sí, para beneplácito de quien le explota)

“(...) Todas las maldades son perfectas cuando a la culpa, aunque no se consiga el efecto de la obra (...) si recibí la injuria, es fuerza que se hiciese; pero no es fuerza que por haberse hecho, la haya yo recibido”

El consejo: “(...) Sólo se halla en el sabio; que en los demás no hay consejos, sino engaños” (Siéntanse aludidos los farsantes, malos amigos, traidores, pero también los magos, hechiceros, brujos, astrólogos, religiosos, que ponen la solución en cosas ajenas, como inciensos, agua, hierbas, etc., o que atribuyen los problemas a vanaildades como las estrellas, o las fechas. Si estos tienen éxito, es porque hay gente que no cree en su propio potencial, o que no cree que ellos sean los orígenes de sus propios problemas. Es más fácil echar la culpa a otro y que otro me solucione la vida)

Ya tratada la afrenta, ahora va a hablar de la injuria

“(...) la contumelia es menor que la injuria, y de ella nos podemos quejar más que vengarla, y las leyes no la juzgan digna de castigo” (ya que) “como carecen de verdaderas injurias (...) cuya mayor parte consiste en la culpa de quien las interpreta” (Una vez más, el sabio no se da por aludido ante el insulto, pues se reconoce superior al insulto y no le queda el saco que sele imputa)

Así como el caballero azota a caballo rebelde, no lo hace por ira, sino para que el dolor venza la rebeldía, de igual manera “(...) “por qué, si el sabio no recibe ni injuria ni afrenta, castiga a los que se la hacen”, porque esto no es vengarse de ellos, sino corregirlos”

Menciona que no hay diferencias entre el rico y el pobre, sólo que el pobre con poco se satisface y el rico necesita de mucho, por lo tanto, éste es más necesitado

A las cosas netavias que nos puedan suceder: “(...) No les quitamos el sentimiento del dolor; quitámosles el nombre de injurias; que éste no tiene entrada donde queda ilesa la virtud”

Si nos sucede algún mal, y tenemos culpa de ello, no es agravio, es castigo, y si no tenemos culpa, la vergüenza queda en quien hace la injuria

“(...) el que comienza a reírse de sí, no da lugar a que otros lo hagan” (Remedio contra las contumelias) “(...) Añade que es un cierto género de vergüenza quitar al que quiso hacer la injuria, el deleite de ella. Suelen, los que las hacen, decir: “Desdichado de mí, pienso que no lo entendió”. Porque el fruto de la injuria consiste en que se sienta y en la indignación del ofendido”

En el párrafo o minicapítulo XVIII, Séneca menciona que la esposa de Sócrates lo mojó con agua sucia

La contumelia es según la interpretación de quien recibe (los negros gringos que se ofenden de ser negros), la afrenta es según la interpretación de quien hace (le gritas en la calle a alguien “¡Putazo!”, y el maricón responde “Gracias, y eso que no me he arreglado”), la injuria algún mal concreto (te apuñalo); pero aún así, en cualquiera de las tres, el ser ofendido y denigrado está en manos de quien recibe y no de quien hace

De esta obra, en sí, hace una recapitulación de que las cosas, realmente no nos pueden denigrar, que las cosas malas son malas y duelen; pero no por eso seremos menos, por el contrario, podemos usarlas para ser más. La gran mayoría de las cosas que nos insultan, es porque nosotros le damos la importancia suficiente para que nos insulten, cuando realmente nada puede ofendernos ni sernos arrebatado cuando tenemos intactas y sublimes nuestras virtudes

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